
La extrema violencia no solamente provoca víctimas directas, como aquellas personas que pierden la vida o sufren heridas a causa precisamente de ese estado de situación, sino que también genera un efecto que puede ser llamado colateral, aunque en realidad no es menos dramático.
Porque la violencia, además de violencia, genera una precariedad en todos los ámbitos que impide el normal desarrollo de una vida más o menos normal en esos lugares y que, por lo tanto, empuja a las personas a huir hacia otras partes. No sólo por el peligro al que están expuestos, sino por la imposibilidad de tener acceso a educación, salud, alimentos, etcétera. Así, entonces, se generan los refugiados. A estas alturas ya una nueva clase social de personas, debido a que por los múltiples conflictos en el mundo ya suman millones. Pero, como decíamos antes, mientras un conflicto se desarrolla el foco no está puesto exactamente sobre los refugiados, o “desplazados”, como otros los llaman. Como ejemplo es bueno mencionar a Yugoslavia, cuya guerra se cobró miles de vidas y provocó el desplazamiento de cientos de miles. Estas personas pasaron a ser una prioridad una vez culminado el conflicto.
Algo similar ocurre hoy en día con los iraquíes, quienes huyen despavoridos de su país porque ya no pueden continuar viviendo allí a causa del estado de desprotección en el que se encuentran. Desde Estados Unidos, están demasiado preocupados por contener a la resistencia, que todos los días acaba con algún soldado. El ejército local, en tanto, dirige sus fuerzas a la cooperación con las tropas invasoras y para amedrentar a la población sunnita, hoy la más perjudicada en esta guerra civil. Mientras las fuerzas del orden están en otra cosa, la población civil queda a manos de los grupos extremistas, de delincuentes o paramilitares, que se mueven a sus anchas en medio del caos. Paralelamente, la crisis humanitaria se traduce en falta de alimentos, energía y el mal o nulo funcionamiento de los hospitales y las escuelas. Entonces, la fórmula es sencilla: inestabilidad política más extrema violencia más precariedad humanitaria, igual a mejor marcharse de allí lo antes posible.
Y así lo hacen los iraquíes. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), cuatro millones de personas huyeron de sus hogares desde que se produjo la invasión, en marzo de 2003. En consecuencia, la gran pregunta que surge de esta situación es la siguiente: si Estados Unidos fue el responsable de invadir un país pese a no tener consenso externo ni en Irak para hacerlo; ¿no debería hacerse responsable de la suerte de los desplazados? No. Sólo 701 personas fueron acogidas por Estados Unidos desde que comenzó la invasión. A juicio del subsecretario de Estado, John Bolton, no es necesario admitir iraquíes porque "no tiene absolutamente nada que ver con nuestro derrocamiento de Saddam Hussein. Nuestra obligación era proveerlos de nuevas instituciones y seguridad. Cumplimos. No pienso que tengamos la obligación de compensarlos por las privaciones de la guerra".
Porque la violencia, además de violencia, genera una precariedad en todos los ámbitos que impide el normal desarrollo de una vida más o menos normal en esos lugares y que, por lo tanto, empuja a las personas a huir hacia otras partes. No sólo por el peligro al que están expuestos, sino por la imposibilidad de tener acceso a educación, salud, alimentos, etcétera. Así, entonces, se generan los refugiados. A estas alturas ya una nueva clase social de personas, debido a que por los múltiples conflictos en el mundo ya suman millones. Pero, como decíamos antes, mientras un conflicto se desarrolla el foco no está puesto exactamente sobre los refugiados, o “desplazados”, como otros los llaman. Como ejemplo es bueno mencionar a Yugoslavia, cuya guerra se cobró miles de vidas y provocó el desplazamiento de cientos de miles. Estas personas pasaron a ser una prioridad una vez culminado el conflicto.
Algo similar ocurre hoy en día con los iraquíes, quienes huyen despavoridos de su país porque ya no pueden continuar viviendo allí a causa del estado de desprotección en el que se encuentran. Desde Estados Unidos, están demasiado preocupados por contener a la resistencia, que todos los días acaba con algún soldado. El ejército local, en tanto, dirige sus fuerzas a la cooperación con las tropas invasoras y para amedrentar a la población sunnita, hoy la más perjudicada en esta guerra civil. Mientras las fuerzas del orden están en otra cosa, la población civil queda a manos de los grupos extremistas, de delincuentes o paramilitares, que se mueven a sus anchas en medio del caos. Paralelamente, la crisis humanitaria se traduce en falta de alimentos, energía y el mal o nulo funcionamiento de los hospitales y las escuelas. Entonces, la fórmula es sencilla: inestabilidad política más extrema violencia más precariedad humanitaria, igual a mejor marcharse de allí lo antes posible.
Y así lo hacen los iraquíes. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), cuatro millones de personas huyeron de sus hogares desde que se produjo la invasión, en marzo de 2003. En consecuencia, la gran pregunta que surge de esta situación es la siguiente: si Estados Unidos fue el responsable de invadir un país pese a no tener consenso externo ni en Irak para hacerlo; ¿no debería hacerse responsable de la suerte de los desplazados? No. Sólo 701 personas fueron acogidas por Estados Unidos desde que comenzó la invasión. A juicio del subsecretario de Estado, John Bolton, no es necesario admitir iraquíes porque "no tiene absolutamente nada que ver con nuestro derrocamiento de Saddam Hussein. Nuestra obligación era proveerlos de nuevas instituciones y seguridad. Cumplimos. No pienso que tengamos la obligación de compensarlos por las privaciones de la guerra".
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