
Si estuviésemos en una charla de café, alguno seguramente lo calificaría como a un "enano fascista". Pero, claro, estamos en un diario en cual es preciso explicar ciertos conceptos para que el lector saque sus propias conclusiones sobre un tema en particular, o al menos esa es nuestra intención. Y en ese ejercicio es en donde se dificulta leer cuál es la estrategia de la política exterior del presidente francés, Nicolas Sarkozy.Que pretende implementar medidas de neto corte neoliberal en Francia no es ningún secreto. Es bastante claro si toda su retórica sólo apunta hacia el peligro que supone la invasión inmigrante y los desmanes económicos que causa el Estado de bienestar francés, instalado desde la quinta república. En consecuencia, y aunque no estemos de acuerdo, obra de manera coherente cuando anuncia medidas de flexibilización laboral y el recorte de beneficios sociales, especialmente dirigidos a coartar el poder del sindicalismo. Pero, nos preguntamos, en materia de política internacional, ¿por qué su alianza con George W. Bush?, ¿acaso nadie le recuerda que José María Aznar, Silvio Berlusconi y Tony Blair siguieron al mandatario norteamericano en su política belicista y terminaron virtualmente echados a patadas de sus cargos? Más en estos tiempos, porque, al fin y al cabo, aquellos siguieron a Bush cuando éste gozaba de su máxima popularidad. Pero, ¿hoy, ¿que es poco más que un cadáver político, perdió a sus principales asesores y el respaldo de buena parte de su partido?Resulta cuanto menos extraño que Sarkozy haya decidido aliarse a Bush en esta nueva cruzada contra Irán, cuando el mundo entero tiembla ante la sola posibilidad de una nueva invasión tras los lamentables ejemplos de Afganistán e Irak. También es llamativa su proclama más reciente, de pasar por alto a la ONU para decidir de manera unilateral la imposición de sanciones contra la República Islámica por su programa nuclear, cuando en 2002/03 la Francia de su compañero de partido, Jacques Chirac, fue la abanderada opositora contra la invasión unilateral a Irak, encabezada justamente por Estados Unidos. Pero más extraño resulta que los franceses lo sigan, acaso cegados por el pánico que les produce aquello de la invasión de los inmigrantes africanos y los desmanes económicos que causa el Estado de bienestar francés, cuando poco antes toda la población gritaba a los cuatro vientos que una acción armada contra el país del entonces presidente iraquí Saddam Hussein era tan injusta como ilegal. Hoy, Francia optó exactamente por el camino contrario al recorrido hace apenas cuatro años, aquél que opta por la fuerza antes que la negociación para cumplir con sus objetivos, a la manera de Bush. En fin, no es correcto en un diario decir que Sarkozy tiene a "un enano fascista" dentro suyo… pero que dan ganas, dan ganas.
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