Gigante de piedra y miel, Miguel era un destello de dulzura y comprensión.
Voz grave y ronca, que hubiese asustado hasta al mismísimo Bruce Willis de Duro de Matar.
Incomprendido como los genios, no dejaste tu sabiduría en ningún papel, ni un lienzo.
Consejo justo, sólo cuando era necesario. Después, abrazo eterno y amor incondicional.
Pero incondicional en serio.
Tolerante hasta el final, respetaba tanto a un reconocido profesional como a un falsificador de monedas de cinco centavos. Sólo bastaba tener buen corazón.
De lágrima fácil, tanto en el casamiento de su hijo, como en el nacimiento de su nieto, como en La vida es Bella o cualquier otra película con un mínimo toque dramático.
Tío por elección, ejemplo por admiración. Miguel encarnaba la esencia de la vida, construida en base al gran secreto: querer y ser querido. El tiempo, afortunadamente, le dio la razón en vida.
No soy un creyente, pero si alguna vez he deseado que el cielo exista, fue el día de tu partida.
Y tanto te extraño, tanto me marcaste, que no puedo dejar de mandarte un humilde mensaje cada vez que se me ocurre algo. Porque vos, Tío, vivís en mí como en tantos otros.
Hasta siempre.
6 comentarios:
Definitivamente lográs emocionarme siempre con cada palabra... Espero que sigas escribiendo cosas tan lindas toda la vida... y de paso, además de emocionarme, puedo seguir agrandándome diciendo que soy tu hna... porque sí... muchas veces tenés razón, soy la hermana del colo...
Te quiero..
Flor
Pato la verdad, excelente!!!! Lucho
Hay mucha belleza en la hondura de ese texto. Abrazos!
Snif y más Snif....
muy groso...
saludos!
PRECIOSO :)
Flor, me emociona emocinarte.
Lucho, gracias por tus elogios.
Euge: la verdadera belleza está en tus textos.
Flor Star: ¡Si querés llorar.. llorá!
Ruzz: Gracias por pasar por acá.
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