viernes, 28 de marzo de 2008

La foto o la trompada

La escena transcurrió en una pequeña habitación de barrio General Paz, donde un niño de dos años halló un minuto de soledad para investigar el mundo desconocido de los adultos.
Botones con una cuerda que se alzaba hacia una pelota que echaba luz; agujeritos simétricos pegados a la pared; una pequeña manija que abría un cajón lleno de sorpresas; zapatos en los cuales entraban cuatro o cinco de sus pequeños pies descalzos; en fin, toda una gama de cosas curiosas para observar, pero lamentablemente el tiempo apremiaba y había que escoger alguna.
El ropero había sido el elegido. Claro, era el más grande y el que más cosas ocultaba. Además, sus puertas entreabiertas permitían una rápida inspección en sus catacumbas.
Sin dudarlo, el niño de dos años se insertó en lo desconocido y halló algo que le llamó particularmente la atención: un pequeño cilindro con una tapita corrediza que tenía agujeritos en su extremo. De ellos salía un sedoso polvo blanco con un delicado aroma. Y lo más curioso era que mientras más lo apretaba y más lo agitaba, el envase lanzaba más de ese curioso material.
No conforme con la observación, acaso porque de chico guardaba un espíritu cientificista, aunque al final sabemos que no fue así, sacudió con todas sus fuerzas el cilindro hasta inundar la habitación con el polvito, como si se tratase de una lluvia esponjosa.
La madre, quien lo había dejado solo vaya a saber por qué, sintió una extraña mezcla de sensaciones cuando observó la escena. Entre pánico, enojo y un ataque de risa incontenible por ver a su retoño completamente cubierto de talco, al igual que la habitación. La duda, para ella, consistía en decidir si ese momento ameritaba una fotografía o un reto monumental.
Afortunadamente para Rodolfo, la máquina fotográfica ganó la pulseada y aún se lo puede ver rubio, flaco y lleno de talco.

2 comentarios:

Marissa Clares dijo...

Vaya con Rodolfo...no hay fotos de el momentazo, no?


Porque debería ser todo un espectáculo.

Un besito,


Ru.

Patricio Ortega dijo...

lamentablemente, ruzz, la imagen pertenece al polaroid.
Pero haré mi mejor esfuerzo por conseguirla y digitalizarla