jueves, 15 de noviembre de 2012

Tres preguntas


Tres preguntas y tres respuestas. ¿Nunca nadie se preguntó cómo hacía el muchacho de la película para demostrar que el malo era el culpable si destruyó todas las pruebas, mató al malo y a todos los testigos?; ¿es verdad que los ideales se defienden con pasión, y no con razón?; ¿la definición de pro o anti da lugar a la reflexión?
El héroe abraza a la rubia despampanante con aire triunfal. Mira con desdén al villano que yace muerto a su lado y no manifiesta remordimiento por lo que ha sucedido; al contrario, se lo ve alegre, orgulloso.
Detrás quedó una masacre, entre muertos y explosiones. La película jamás indagará sobre lo que sucedió después, cuando el héroe debe explicar por qué apeló a la destrucción para acabar con el mal. Fuego contra fuego.
Pero la vida, la vida real, debería seguir. Después de vencer a su némesis, el muchacho debería sentarse ante un escritorio, o ante sus superiores, y explicar cómo llegó a la conclusión de que el malo era malo, y no un producto de su imaginación.
-¿En dónde están las pruebas, señor héroe?- preguntaría el capitán.
-Allá, debajo de los escombros- respondería, desconcertado, el muchacho.
-Lo siento, pero nuestro sistema legal dice que sin pruebas no hay culpabilidad. ¿Cómo supo que el señor que usted acribilló era efectivamente el culpable?
-Seguí las pistas y di con él.
-¿Y cuáles son las pistas?
-Los hombres a los que sonsaqué una confesión a base de torturas y después asesiné para vengar a mi amigo.
-Lo siento, señor héroe, pero usted ha violado todas las leyes y no está en condiciones de asegurar que el malo, efectivamente, era malo. Es usted un delincuente.

Pasión: Apetito o afición vehemente a algo; Inclinación o preferencia muy vivas de alguien a otra persona.
Estas dos definiciones son suficientes para aclarar un punto crucial: la pasión exime a la razón. Por eso no se entiende cuando se asocia a la pasión con la política, o los ideales políticos, mejor dicho.
¿Acaso existe alguna relación?
“El Che Guevara defendió sus ideales con pasión”. ¿No pensaba?
La pasión, ya en una definición más cotidiana, pertenece al ámbito de los sentimientos. Uno ama con pasión, quiere con pasión, abraza con pasión, tiene sexo con pasión.
Pero principios como los políticos, los ideológicos o los profesionales, se siguen con convicción, no con pasión. Pertenecen al ámbito de la razón, y no deben salir de allí.
Uno no puede apelar a la pasión para defender sus principios, porque nubla la razón. El Che Guevara (por citar el caso más célebre del intelectual asociado a la pasión, pero podrían ser miles, hasta nosotros mismos) no actuó con pasión, lo hizo con una profunda convicción, basada en la reflexión. Al margen de las coincidencias ideológicas o metodológicas con el pensador/guerrillero argentino, su coherencia es indiscutible.
Ahora, ¿por qué se menciona la pasión en un acto reflexivo? Buscar fantasmas conspirativos en dónde no los hay es una estupidez tan grande como despreciar la influencia de las palabras.
Quizá no hubo un trabajo macabro y oculto para transformar a la reflexión en pasional, pero no caben dudas de que sí existió una tendencia que trastornó los significados.

La vida dividida entre pros (no hay que menospreciar la expresión porque un boludo usó esa palabra para fundar un partido político) y antis. Belgrano le ganó a River culpa de los antis. Unos buitres retienen un barco por causa de los pros. Un personaje público critica al gobierno por culpa de los antis. Un chico roba una panadería por influencia de los pros.
Si hablás mal de unos, sos facho; si hablás bien, sos montonero. ¿El país es un mejor país que en los 90?, sí. ¿Es un gran país?, no. ¿La sociedad es responsable de que el país sea un mejor país que en los 90?, sí. ¿La sociedad es responsable de que todavía no sea un gran país?, sí.
No es Mordor (guiño al Señor de los Anillos), ni es Disneylandia. Es un país complejo, rico y con enormes déficits estructurales.
Hubo aciertos y errores, pero sobre todo queda un enorme trabajo por terminar. Si los antis pensaran un poquito más, aplaudirían lo que consideran bueno, criticarían lo que consideran malo, protestarían, se movilizarían sin permitir que nadie los manipule, y después votarían a quién se les venga la gana.
Si los pros pensaran un poquito más, entenderían que hay mucho por hacer, pero también se han hecho algunas cosas mal. Hay que hacer y corregir.
En ambos casos, lo que falta es reflexión. Fría, racional, crítica, pura y dura reflexión.

Tres preguntas sin respuestas, pero con algunas nociones. No hay bien sin ley; no hay ideales sin razón; no hay crítica sin reflexión.  

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