Tres preguntas y tres respuestas.
¿Nunca nadie se preguntó cómo hacía el muchacho de la película
para demostrar que el malo era el culpable si destruyó todas las
pruebas, mató al malo y a todos los testigos?; ¿es verdad que los
ideales se defienden con pasión, y no con razón?; ¿la definición
de pro o anti da lugar a la reflexión?
El héroe abraza a la rubia
despampanante con aire triunfal. Mira con desdén al villano que yace
muerto a su lado y no manifiesta remordimiento por lo que ha
sucedido; al contrario, se lo ve alegre, orgulloso.
Detrás quedó una masacre, entre
muertos y explosiones. La película jamás indagará sobre lo que
sucedió después, cuando el héroe debe explicar por qué apeló a
la destrucción para acabar con el mal. Fuego contra fuego.
Pero la vida, la vida real, debería
seguir. Después de vencer a su némesis, el muchacho debería
sentarse ante un escritorio, o ante sus superiores, y explicar cómo
llegó a la conclusión de que el malo era malo, y no un producto de
su imaginación.
-¿En dónde están las pruebas, señor
héroe?- preguntaría el capitán.
-Allá, debajo de los escombros-
respondería, desconcertado, el muchacho.
-Lo siento, pero nuestro sistema legal
dice que sin pruebas no hay culpabilidad. ¿Cómo supo que el señor
que usted acribilló era efectivamente el culpable?
-Seguí las pistas y di con él.
-¿Y cuáles son las pistas?
-Los hombres a los que sonsaqué una
confesión a base de torturas y después asesiné para vengar a mi
amigo.
-Lo siento, señor héroe, pero usted
ha violado todas las leyes y no está en condiciones de asegurar que
el malo, efectivamente, era malo. Es usted un delincuente.
Pasión: Apetito o afición vehemente a
algo; Inclinación o preferencia muy vivas de alguien a otra persona.
Estas dos definiciones son suficientes
para aclarar un punto crucial: la pasión exime a la razón. Por eso
no se entiende cuando se asocia a la pasión con la política, o los
ideales políticos, mejor dicho.
¿Acaso existe alguna relación?
“El Che Guevara defendió sus ideales
con pasión”. ¿No pensaba?
La pasión, ya en una definición más
cotidiana, pertenece al ámbito de los sentimientos. Uno ama con
pasión, quiere con pasión, abraza con pasión, tiene sexo con
pasión.
Pero principios como los políticos,
los ideológicos o los profesionales, se siguen con convicción, no
con pasión. Pertenecen al ámbito de la razón, y no deben salir de
allí.
Uno no puede apelar a la pasión para
defender sus principios, porque nubla la razón. El Che Guevara (por
citar el caso más célebre del intelectual asociado a la pasión,
pero podrían ser miles, hasta nosotros mismos) no actuó con pasión,
lo hizo con una profunda convicción, basada en la reflexión. Al
margen de las coincidencias ideológicas o metodológicas con el
pensador/guerrillero argentino, su coherencia es indiscutible.
Ahora, ¿por qué se menciona la pasión
en un acto reflexivo? Buscar fantasmas conspirativos en dónde no los
hay es una estupidez tan grande como despreciar la influencia de las
palabras.
Quizá no hubo un trabajo macabro y
oculto para transformar a la reflexión en pasional, pero no caben
dudas de que sí existió una tendencia que trastornó los
significados.
La vida dividida entre pros (no hay que
menospreciar la expresión porque un boludo usó esa palabra para
fundar un partido político) y antis. Belgrano le ganó a River culpa
de los antis. Unos buitres retienen un barco por causa de los pros.
Un personaje público critica al gobierno por culpa de los antis. Un
chico roba una panadería por influencia de los pros.
Si hablás mal de unos, sos facho; si
hablás bien, sos montonero. ¿El país es un mejor país que en los
90?, sí. ¿Es un gran país?, no. ¿La sociedad es responsable de
que el país sea un mejor país que en los 90?, sí. ¿La sociedad es
responsable de que todavía no sea un gran país?, sí.
No es Mordor (guiño al Señor de los
Anillos), ni es Disneylandia. Es un país complejo, rico y con
enormes déficits estructurales.
Hubo aciertos y errores, pero sobre
todo queda un enorme trabajo por terminar. Si los antis pensaran un
poquito más, aplaudirían lo que consideran bueno, criticarían lo
que consideran malo, protestarían, se movilizarían sin permitir que
nadie los manipule, y después votarían a quién se les venga la
gana.
Si los pros pensaran un poquito más,
entenderían que hay mucho por hacer, pero también se han hecho
algunas cosas mal. Hay que hacer y corregir.
En ambos casos, lo que falta es
reflexión. Fría, racional, crítica, pura y dura reflexión.
Tres preguntas sin respuestas, pero con
algunas nociones. No hay bien sin ley; no hay ideales sin razón; no
hay crítica sin reflexión.
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