martes, 8 de enero de 2013

Ni cerca de la verdad


“Los conflictos armados constituyen la principal amenaza para el desarrollo económico de África”, dijo la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, según publicó la página de noticias de la ONU. ¿En serio?, ¡mirá vos, che!

Las declaraciones de Legarde son de esas declaraciones que provocan una media sonrisa y una puteada en voz baja: ¡qué hija de puta!, acompañado de un pequeño movimiento horizontal de la cabeza, como diciendo “no” a alguien.
A veces no sabemos si nuestros líderes son unos pelotudos, o nos tratan como a unos pelotudos, o una combinación de ambas cosas. En primer lugar, por la obviedad y hasta ingenuidad de esas palabras. En segundo lugar, porque fue la única declaración de Legarde sobre el tema, después siguió con otras pelotudeces como la fortuna que tienen los africanos de producir minerales y petróleo, porque hoy son caros y “atraen inversores”.
Pero volviendo a lo primero, es notable la capacidad de estos tipos para decir sentencias sin sentenciar a nadie; para tirar tiros por elevación que se pierden en el vacío; como si denunciar fuese un juego que tienen que jugar (y yo sigo repitiendo palabras).
Si Legarde quiere denunciar que las guerras “constituyen la principal amenaza para el desarrollo económico de África”, entonces podría ahondar un poquito en el tema, como para iluminarnos. Por ejemplo, ¿con qué armas pelean los africanos, con pistolas fabricadas en Burundi y bazookas creados en Sudán, acaso?
La guerra, desde el punto de vista económico, es una oportunidad... así de cruel. Una guerra nubla la razón, y deja el campo libre para transformaciones impopulares (la doctrina del shock, Naomí Klein). Además, reactiva sectores industriales como la fabricación de armamento (y todos sus derivados). También genera enormes riquezas a partir de la reconstrucción, una vez que la guerra dejó hecho mierda el lugar en donde se desarrolló. La reconstrucción es una oportunidad para constructoras y prestadoras de servicios, por ejemplo, pero además ofrece una enorme posibilidad financiera: ¿de dónde se sacará el dinero para arreglar los destrozos de una guerra?, ¡de los bancos, de dónde va a ser!
Entonces, a una afirmación como “los conflictos armados constituyen la principal amenaza para el desarrollo económico de África”, nuestra líder debería continuar diciendo: “pero favorecen a los que venden armas, los que lucran con la irracionalidad, los que dan préstamos y los que levantan los escombros”, entonces sí, nosotros, el bienamado público, tendría una noción más completa de por qué hay tanta guerra en África, o por qué hay tanta guerra, y punto.  

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