El tango miente “lloró como una
mujer”; los hombres también
lloran. Y el viejo cronista católico también miente: “peleó
como un hombre”; las mujeres
también pelean.
A principios del
siglo XV los incas no eran el gran imperio que conocimos en la
escuela, y su entera existencia estaba en peligro con la invasión de
los chancas. Las acciones se habrían producido durante el reinado de
Wiracocha, entre 1435 y 1438. Los líderes incas, Wiracocha y uno de
sus hijos, Inca Urco, designado como sucesor al trono, huyeron a
Xaquixauna cuando la derrota militar parecía inminente, con los
poderosos chancas golpeando las puertas de la ciudad.
Pero en el momento
menos pensado apareció otro de los príncipes, Cusi Yupanqui
(príncipe alegre), quien organizó la resistencia hasta propinar a
los chancas una humillante derrota militar. Cusi luego tomó el poder
inca y transformó su nombre a Pachacutec, el gobernante más célebre
de la historia incaica, y el responsable del gran imperio.
Pero antes de la
gloria, cuando los chancas asediaban el corazón de los incas, una
mujer lideró a sus hombres hasta expulsar a los invasores de su
barrio cusqueño, Chocoscachona. Era una curaca
conocida como Chañan Curi Coca (o Chañan Curicoca, o Chañan Cori
Coca), definida por los cronistas incas como la degolladora del
Cusco.
“Y los que
entraron por un barrio llamado Chocoscachona, fueron valerosamente
rebatidos por los de aquel barrio; adonde cuentan que una mujer
llamada Chañan Curi Coca peleó varonilmente y tanto hizo por las
manos contra los chancas que por allí habían acometido, que los
hizo retirar”, dijo Pedro Sarmiento de Gamboa en 1572 sobre la
mujer, cuyo nombre significa “mujer que simboliza al oro y a la
coca”.
Juan Santa Cruz
Pachacuti, en Historia de los Incas y Relación de su Gobierno,
relataba: "… Al fin en esta batalla sale con gran vitoria y
hace su triumpho; y entonces dizen que una yndia viuda llamada Chañan
Curi Coca, pelea valerosamente como muger varonil...".
Son las dos únicas
menciones sobre la participación de la curaca en la defensa inca del
Cusco. La historia la sepultó en el olvido, pero fue la misma
historia la que la rescató de las profundidades. Algunos cronistas
dicen que no existió, pese a que su figura adorna qeros (vasos
ceremoniales) en los que se la ve con la cabeza de un chanca en una
de sus manos.
Y si no existió,
su recuerdo vale para rescatar el valor de la mujer en la historia.
No hay mujeres sin hombres, como no hay hombres sin mujeres. De Juana
de Arco hasta Juana Azurduy, la mujer jugó algo más que un trapo en
la historia de la humanidad, aunque contradiga a Mafalda.
Pero Chañan Curi
Coca nos recuerda también que a las invasiones debe rechazarlas el
pueblo. Y el pueblo somos todos, los hombres que lloran y las "mugeres varoniles".
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