martes, 15 de mayo de 2012

Inversiones, pollos, Eco, y la madre que me parió


La noción de bien y mal es subjetiva. Cada uno de nosotros tiene una escala de valores, base para medir qué es lo bueno y qué es lo malo. Las distorsiones se producen cuando uno hace, a propósito, algo que está en el apartado del malo de su escala de valores.
En una persona, esas distorsiones pueden inducir a un delito grave o a una simple contradicción menor (condenamos con todas nuestras fuerzas la generación de riqueza y las consecuencias del capitalismo y usamos Nike Air Max), pero en un medio puede conducir a la incoherencia, ¡oh pecado maldito!
El diario La Nación, que desde su exasperante oposición al gobierno hizo de la incoherencia una bandera (quizá como lo hizo Página desde su exasperante apoyo), se empeña en encontrar mierda donde hay rosas, y tirar mucho perfume en donde acaban de cagar.

Si un diario como La Nación recibe el informe que hizo la Cepal sobre la inversión extranjera directa (IED) en América latina, puede alarmarse porque en nuestro país no ha crecido al mismo ritmo que en otros países del subcontinente, pero también tendría varios motivos para tranquilizarse porque los empresarios de las potencias centrales siguen sin odiarnos.
Pero además esa nota demuestra que lo fáctico de las estadísticas guarda una gran relación con aquel que las interpreta. Según una frase atribuida a Umberto Eco, la estadística es el método por el cual “si en una ciudad un hombre come dos pollos por día y otro ninguno, el consumo de pollo promedio es de uno por persona”.
De acuerdo al completo informe de La Nación, en la Argentina la IED aumentó apenas el tres por ciento en el último año, y estuvo lejos del récord en 2008, aunque casi duplica el promedio de los primeros cinco años del siglo. En comparación, la noticia no es buena, porque muestra que el país no es tan atractivo como otros para los inversores extranjeros.
Pero tampoco es el acabose. En primer lugar, porque la titular de la Cepal consideró que la recuperación de YPF no debería afectar a la inversión porque "son decisiones acotadas y puntuales, que responden a las condiciones de cada país”. Buena noticia número uno. Otro aspecto positivo del informe para la Argentina fue la naturaleza de la inversión. El 54% fue de nuevas inversiones y el 31% correspondió a reinversiones de utilidades. Buena noticia número dos. 
Es evidente que el informe de la Cepal muestra el poco crecimiento de las IED en la Argentina, pero no  ofrece alguna preocupación en particular sobre la economía del país, si hubiese sido así La Nación no habría dudado en transcribirlo, letra por letra.
Hay otro aspecto del informe que el diario, ahora sí por una cuestión estrictamente ideológica, ubica al final de la nota. Son las noticias preocupantes. Los numerosos informes sobre la inversión extranjera son como los pollos de Eco: si no se le asocia el aspecto cualitativo, apenas son números vacíos.
Por ejemplo, si la IED es tan buena, ¿en qué se invierte y cuánta riqueza deja esa inversión? Según el sótano de la nota de La Nación, estos dos aspectos arrojan datos preocupantes. En primer lugar, por la riqueza que traspasó nuestras fronteras: "Las rentas de IED transferidas a los países de origen se han incrementado desde US$ 20.000 millones anuales entre 1998 y 2003 hasta US$ 84.000 millones anuales entre 2008 y 2010". Es  decir, se llevan más de la mitad de lo que invierten (153.448 en 2011). Sería bueno que un economista explique si ese es un factor positivo o negativo para las economías latinoamericanas.Noticia preocupante número uno. 
Otro aspecto destacable es la naturaleza de esas inversiones. La respuesta a la pregunta ¿en qué invierten? La Cepal advierte que el 57% de la inversión (exceptuando a Brasil) se concentró en el sector primario, de recursos naturales; el 36% en servicios y apenas el 7% en manufacturas, es decir, en productos con valor agregado. La región que más apuesta es la Unión Euopea, con 30.000 millones de dólares, repartidos principalmente entre energía eléctrica y bancos. Noticia preocupante número dos. 
Ante estos otros datos, un tanto escondidos, la Cepal concluye que es urgente “impulsar políticas para orientar las IED y tecnología y el incremento de capacidades locales mediante el fortalecimiento de los sistemas nacionales de innovación, la creación de encadenamientos productivos, la capacitación de recursos humanos y el desarrollo del empresariado local”. En palabras más fáciles: es el momento para aprovechar el buen clima económico y fortalecer las inversiones del sector productivo (que es el que deja más riqueza), pero no para aplaudir a los inversores extranjeros, sino para aprender de ellos, conseguir su tecnología y desarrollar un empresariado latinoamericano que esté en condiciones de competir con los países centrales. Eso  es lo que dice la Cepal y para La Nación apenas merece una mención al fondo de la nota. 

Si bien para La Nación la peor noticia es que en la Argentina la inversión directa no creció lo suficiente, para la Cepal la urgencia pasa por diseñar políticas que dirijan la inversión para promover el desarrollo de una industria nacional, un buen paso hacia la independencia.  

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