La noción de bien y mal es subjetiva.
Cada uno de nosotros tiene una escala de valores, base para medir qué
es lo bueno y qué es lo malo. Las distorsiones se producen cuando
uno hace, a propósito, algo que está en el apartado del malo de su
escala de valores.
En una persona, esas distorsiones
pueden inducir a un delito grave o a una simple contradicción menor
(condenamos con todas nuestras fuerzas la generación de riqueza y
las consecuencias del capitalismo y usamos Nike Air Max), pero en un
medio puede conducir a la incoherencia, ¡oh pecado maldito!
El diario La Nación, que desde su
exasperante oposición al gobierno hizo de la incoherencia una
bandera (quizá como lo hizo Página desde su exasperante apoyo), se
empeña en encontrar mierda donde hay rosas, y tirar mucho perfume en donde acaban de cagar.
Si un diario como La Nación recibe el
informe que hizo la Cepal sobre la inversión extranjera directa (IED) en América
latina, puede alarmarse porque en nuestro país no ha crecido
al mismo ritmo que en otros países del subcontinente, pero también
tendría varios motivos para tranquilizarse porque los empresarios de
las potencias centrales siguen sin odiarnos.
Pero además esa nota demuestra que lo
fáctico de las estadísticas guarda una gran relación con aquel que
las interpreta. Según una frase atribuida a Umberto Eco, la
estadística es el método por el cual “si en una ciudad un hombre
come dos pollos por día y otro ninguno, el consumo de pollo promedio
es de uno por persona”.
De acuerdo al completo informe de La
Nación, en la Argentina la IED aumentó apenas el tres por ciento en
el último año, y estuvo lejos del récord en 2008, aunque casi
duplica el promedio de los primeros cinco años del siglo. En
comparación, la noticia no es buena, porque muestra que el país no
es tan atractivo como otros para los inversores extranjeros.
Pero tampoco es el acabose. En primer
lugar, porque la titular de la Cepal consideró que la recuperación
de YPF no debería afectar a la inversión porque "son
decisiones acotadas y puntuales, que responden a las condiciones de
cada país”. Buena noticia número uno. Otro aspecto positivo del
informe para la Argentina fue la naturaleza de la inversión. El 54%
fue de nuevas inversiones y el 31% correspondió a reinversiones de
utilidades. Buena noticia número dos.
Es evidente que el informe de la Cepal
muestra el poco crecimiento de las IED en la Argentina, pero no ofrece
alguna preocupación en particular sobre la economía del país, si
hubiese sido así La Nación no habría dudado en transcribirlo,
letra por letra.
Hay otro aspecto del informe que el
diario, ahora sí por una cuestión estrictamente ideológica, ubica
al final de la nota. Son las noticias preocupantes. Los numerosos informes sobre la inversión
extranjera son como los pollos de Eco: si no se le asocia el aspecto
cualitativo, apenas son números vacíos.
Por ejemplo, si la IED es tan buena,
¿en qué se invierte y cuánta riqueza deja esa inversión? Según el sótano de la nota de La Nación, estos dos aspectos arrojan datos preocupantes.
En primer lugar, por la riqueza que traspasó nuestras fronteras:
"Las rentas de IED transferidas a los países de origen se han
incrementado desde US$ 20.000 millones anuales entre 1998 y 2003
hasta US$ 84.000 millones anuales entre 2008 y 2010". Es decir, se llevan
más de la mitad de lo que invierten (153.448 en 2011). Sería bueno
que un economista explique si ese es un factor positivo o negativo
para las economías latinoamericanas.Noticia preocupante número uno.
Otro aspecto destacable es la
naturaleza de esas inversiones. La respuesta a la pregunta ¿en qué
invierten? La Cepal advierte que el 57% de la inversión (exceptuando
a Brasil) se concentró en el sector primario, de recursos naturales;
el 36% en servicios y apenas el 7% en manufacturas, es decir, en
productos con valor agregado. La región que más apuesta es la Unión
Euopea, con 30.000 millones de dólares, repartidos principalmente
entre energía eléctrica y bancos. Noticia preocupante número dos.
Ante estos otros datos, un tanto
escondidos, la Cepal concluye que es urgente “impulsar políticas
para orientar las IED y tecnología y el incremento de capacidades
locales mediante el fortalecimiento de los sistemas nacionales de
innovación, la creación de encadenamientos productivos, la
capacitación de recursos humanos y el desarrollo del empresariado
local”. En palabras más fáciles: es el momento para aprovechar el
buen clima económico y fortalecer las inversiones del sector
productivo (que es el que deja más riqueza), pero no para aplaudir a
los inversores extranjeros, sino para aprender de ellos, conseguir su
tecnología y desarrollar un empresariado latinoamericano que esté
en condiciones de competir con los países centrales. Eso es lo que dice la Cepal y para La Nación apenas merece una mención al fondo de la nota.
Si bien para La Nación la peor noticia
es que en la Argentina la inversión directa no creció lo
suficiente, para la Cepal la urgencia pasa por diseñar políticas
que dirijan la inversión para promover el desarrollo de una
industria nacional, un buen paso hacia la independencia.
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