jueves, 3 de junio de 2010

"Ya salió el chico"

La vida cotidiana nos enfrenta a una serie de situaciones problemáticas con respuestas estandarizadas. Una de ellas es el pretexto. ¿Cuántas veces contratamos un servicio o compramos algún producto y nos encontramos, ante algún inconveniente, con las mismas respuestas?

Estás muerto de hambre, no tenés ganas de cocinar y, milagrosamente, encontraste 30 pesos en el bolsillo de un pantalón que ibas a poner para lavar. Son las nueve de la noche y ese dinero llegó como un bálsamo en tu mar de vagancia. La situación de mueve a pensar sólo en una cosa: delivery. Con la decisión de los valientes, no te lo pensás dos veces y llamás a la pizzería de la vuelta de tu casa porque, tanta es tu vagancia, que ni ganas de salir a la calle tenés.
“Listo amigo (ya te conocen, suponemos), en media hora te llevamos la muzzarella y la coca”. Vos decís gracias y te echás como una vaca a ver tele; ya viene la comida. Media hora después, terminó la serie yanqui que ves normalmente y cambiás de canal, para situarte entre dos opciones bien diferentes: Seis en el 7 a las 8 y el programa de Petinatto. El zapping te atrapa por unos momentos hasta que te acordás que habías pedido una pizza una hora atrás. Como sos paciente, esperás media hora más y llamás a la pizzería. Les recordás que hace más de una hora pediste una muzzarella  y que no ha llegado. Lo hacés amablemente, porque tu paranoia te impide insultar a mozos y cocineros. Siempre creíste que si los puteabas ellos te escupían la comida.
Bien, la pizzería, también amablemente, practica una respuesta típica: “ya salió el chico para tu casa”. Pasa otra media hora, y tocan el timbre con la pizza y la coca. Mientras recibís al delivery, le preguntás por qué habrán tardado media hora en caminar unos 150 metros. Ante la incredulidad del chico por semejante pregunta, le recordás que 30 minutos atrás llamaste al local y de dijeron que el delivery ya había salido. Él muchacho esboza una tímida sonrisa y, ante la imposibilidad de contestar alguna incoherencia, opta por tomar el dinero y marcharse.
Atento a tu paranoia, antes de que se vaya vos también te reís y le aclarás que está todo bien. No vaya a ser cosa que, en el próximo pedido, te escupan la pizza.

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