La utopía es un concepto
menospreciado. Los que se creen más sensatos, la asocian con la
locura, con el impulso de los ilusos y los ingenuos. Los románticos
la relacionan con el destino de los héroes trágicos, aquellos que
la persiguen aún sabiendo que es un imposible.
Sin embargo, la utopía es mucho más
que pretensiones poéticas o críticas planas, es el yunque sobre el
que se forja el carácter; el motor que empuja al progreso y a la
superación; la luz al final del camino.
Y en ese sentido, desde su
reivindicación, el análisis de la utopía es, más que interesante,
necesario.
La utopía no es una utopía en sí
misma, sino que es el envase que contiene a un ideal supuestamente
inalcanzable. Por lo tanto, al tratarse de un ideal sobre algo, la
utopía es reveladora del pensamiento de su portador. Si la utopía
de un guaso es la alquimia, convertir cualquier metal en oro,
entonces sabemos que a ese tipo le encanta la plata y su anhelo es
ser la persona más rica del mundo.
En los últimos tiempos, y en la arena
política, dos utopías resaltaron sobre el resto: la meritocracia
y la equidad. La meritocracia persigue un sistema que premie
al mérito individual, en una carrera justa y sin ventajas. La
equidad busca transformar al capitalismo en un sistema
redistributivo, que elimine las diferencias y equipare a los
ciudadanos.
Ambos términos dicen muchísimo de
quienes los eligen como sus utopías porque revelan concepciones del
mundo y de la sociedad.
Si la meritocracia plantea un sistema
basado en el mérito, entonces es una utopía individual, que premia
a la persona que hace más méritos que los demás, en una evidente
competencia entre individuos.
La equidad, mientras tanto, es una meta
colectiva. Es el anhelo de que todas las personas tengan igualdad
ante la ley, igualdad de oportunidades, igualdad de acceso a
recursos, etc.
Ambos son productos capitalistas, son
conceptos que buscan resolver las deficiencias sociales e
individuales que provoca el capitalismo.
En la siguiente entrega:
caracterizaciones un poco más profundas sobre Meritocracia y
Equidad.
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