
Pero la verdadera fantasía, la
auténtica imaginación al poder y acaso la peor herencia de los
cuentos robados es la capacidad de los protagonistas de sobreponerse
a las crueldades a las que son sometidos para alcanzar el viejo y
peludo “y vivieron felices por siempre”.
Rapunzel
es robada de niña, criada por una oscura inmortal que la obliga a
cantar sin cortarse el pelo hasta tener una escoba de diez metros.
Sin salir de una torre de dos por dos, su sometimiento se cura
pisando el pasto y enganchándose con un simpático ladrón. Vivió
feliz por siempre.
Las
hermanitas frío también se la pasan encerradas en un palacio, solas
como hongos. Una está desesperada por chaparse a un tipo y a la otra
la entrenan para no sentir. Pero después de peripecias y una canción
que escucho hasta en sueños, cortesía de mi nena, vivieron
felices por siempre.
Ariel
traiciona a su estirpe y su familia (¡Vamos, traiciona a todo el
mar!) por un tipo que vio dos veces en su vida. Cuando lo consigue,
es perdonada por su familia y vive feliz por siempre.
Aurora fue engañada
por tres viejas, separada de sus padres y después se acostó a
dormir por un montón de tiempo. La despertó un guaso que había
visto una vez en el bosque.
Bella
es maltratada porque le gustaba leer y ansiaba salir de su pueblo
para levantarse a un príncipe. Lo logró, pero era una especie de
león, atormentado y convertido en bestia por un bruja. Suerte que el
tipo se volvió humano y vivió feliz por siempre.
Todos,
sin excepción, tuvieron infancias y adolescencias traumáticas, que
milagrosamente no dejaron secuelas. Bastaba con encontrar a un
príncipe, una princesa o simplemente a una persona hermosa para
curar las viejas heridas y vivir felices por siempre.
No
importa ser esclavizada por tus hermanas, envenenada por tu madrastra
o encerrada en una torre. Tampoco que traicionen a sus familias y
oculten una ambición desmedida por el poder (¿acaso anhelar a un
príncipe no oculta el deseo de acumular poder?). Basta con casarse y
vivir feliz por siempre.
Los traumas, el dolor, la violencia sufrida quedan guardadas en un
baúl.
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