martes, 22 de enero de 2013

¡Viejos de mierda!


Taro Aso es un experimentado político japonés que llegó a primer ministro, y actualmente está al frente del Ministerio de Economía.
Polémico, enérgico y talibán del libremercado, Aso ha demostrado con los años que tiene un gran problema con la vejez... de los otros, en el país con la esperanza de vida más alta del mundo.

Recientemente, en una reunión del Consejo de Nacional de Seguridad Social cargó contra los viejos, a quienes les pidió “darse prisa en morir” para aminorar los gastos del Estado. También criticó las tácticas de reanimación y los tratamientos para prolongar la vida, al tiempo que se refirió a los ancianos que no pueden alimentarse por sí mismos como “gente de tubo”. En 2008, cuando era primer ministro, dijo: "Veo a gente de 67 años o 68 constantemente ir al médico. ¿Por qué tengo que pagar por las personas que sólo comen y beben y no hacen ningún esfuerzo?".
Después pidió disculpas, pero el cagadón estaba hecho. Sin embargo, el vehemente político japonés encendió la admiración de un grupo de neoyorquinos denominado “Asociación para la muerte de los débiles”.
Enterados de la noticia, los integrantes de la asociación pidieron una reunión de urgencia con Aso. Al no conseguirla, porque el viejo los mandó a cagar, le enviaron un documento titulado Ideas para despoblar el mundo.
El trabajo consta de pasos para luchar contra la superpoblación mundial. Abarca una serie de ideas para “depurar a la humanidad de aquellos elementos que se transformaron en una carga para sus respectivos países”, según reza al prólogo.
La asociación se creó bajo el principio fundante de los Estados Unidos: la supervivencia del más apto. Que en aquél país, y en particular en Nueva York, terminó distorsionándose hasta llegar a una “supervivencia del más hijo de puta”.
Pero, en fin, tampoco nos vamos a detener en cuestiones semánticas. El caso es que la Asociación consideró en el documento cuatro pilares para dejar en el mundo a los que valen realmente la pena.
-Primer pilar: eliminar a los pobres que no sirven para nada.
-Propuesta: encarcelar a las personas con ingresos menores de 100,000 dólares al año (el monto puede ajustarse al país que adopta la medida, aunque no sería mala idea llevar a cabo el programa con las poblaciones completas de los países subdesarrollados). Una vez presos, entregar alimentos para la mitad de ellos, hasta que empiecen a matarse. Racionar siempre la comida para la mitad de los supervivientes. Cuando quede un diez por ciento vivo (cifra estimada, por supuesto), entonces liberarlos y devolverlos a la sociedad.
-Ventajas: el proyecto no es caro. Se necesitará un terreno importante para encerrarlos, porque son muchos,  que puede ser en una zona inhóspita, como Alaska, y podría financiarse con proyectos de desarrollo inmobiliario que se llevarían a cabo en los barrios de los miserables, que quedarían vacíos. El gasto en alimento tampoco sería considerable, pues comerían porquerías.
Los sobrevivientes, aquellos que pudieron demostrar su fortaleza, deberán reinsertarse en la sociedad sin ayuda alguna. Podrán triunfar entre los más débiles del sistema, pero luego tendrán que hacerlo entre los fuertes. Incluso perderán sus propiedades, si es que las tienen, que para su regreso serán modernos shoppings, o hermosos edificios, o verdes parques. Por lo tanto, hay una buena posibilidad de que estos infelices se tiren por un puente. Para ese caso, el consejo es que el Estado trate de ubicarlos cerca del puente de Brooklin, por ejemplo, para que les gane la tentación.
El resto de los pilares, que serán publicados prontamente, representan un esfuerzo por depurar una sociedad “gorda, vaga y vividora”, según reza el documento.
“Bebés: para vivir en nuestro mundo deberán pelear por una teta”; “Test de cooper para los viejos que merezcan vivir”; e “Ideas prácticas para depurar la niñez”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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