Taro Aso es un experimentado político
japonés que llegó a primer ministro, y actualmente está al frente
del Ministerio de Economía.
Polémico, enérgico y talibán del
libremercado, Aso ha demostrado con los años que tiene un gran
problema con la vejez... de los otros, en el país con la esperanza
de vida más alta del mundo.
Recientemente, en una reunión del
Consejo de Nacional de Seguridad Social cargó contra los viejos, a
quienes les pidió “darse prisa en morir” para aminorar los
gastos del Estado. También criticó las tácticas de reanimación y
los tratamientos para prolongar la vida, al tiempo que se refirió a
los ancianos que no pueden alimentarse por sí mismos como “gente
de tubo”. En 2008, cuando era primer ministro, dijo: "Veo a
gente de 67 años o 68 constantemente ir al médico. ¿Por qué tengo
que pagar por las personas que sólo comen y beben y no hacen ningún
esfuerzo?".
Después pidió disculpas, pero el
cagadón estaba hecho. Sin embargo, el vehemente político japonés
encendió la admiración de un grupo de neoyorquinos denominado
“Asociación para la muerte de los débiles”.
Enterados de la noticia, los
integrantes de la asociación pidieron una reunión de urgencia con
Aso. Al no conseguirla, porque el viejo los mandó a cagar, le
enviaron un documento titulado Ideas para despoblar el mundo.
El
trabajo consta de pasos para luchar contra la superpoblación
mundial. Abarca una serie de ideas para “depurar a la humanidad de
aquellos elementos que se transformaron en una carga para sus
respectivos países”, según reza al prólogo.
La
asociación se creó bajo el principio fundante de los Estados
Unidos: la supervivencia del más apto. Que en aquél país, y en
particular en Nueva York, terminó distorsionándose hasta llegar a
una “supervivencia del más hijo de puta”.
Pero,
en fin, tampoco nos vamos a detener en cuestiones semánticas. El
caso es que la Asociación consideró en el documento cuatro pilares
para dejar en el mundo a los que valen realmente la pena.
-Primer
pilar: eliminar a los pobres que no sirven para nada.
-Propuesta: encarcelar a las
personas con ingresos menores de 100,000 dólares al año (el monto
puede ajustarse al país que adopta la medida, aunque no sería mala
idea llevar a cabo el programa con las poblaciones completas de los
países subdesarrollados). Una vez presos, entregar alimentos para la
mitad de ellos, hasta que empiecen a matarse. Racionar siempre la
comida para la mitad de los supervivientes. Cuando quede un diez por
ciento vivo (cifra estimada, por supuesto), entonces liberarlos y
devolverlos a la sociedad.
-Ventajas: el proyecto no es caro.
Se necesitará un terreno importante para encerrarlos, porque son muchos, que puede ser en una zona inhóspita, como Alaska, y podría financiarse con proyectos de
desarrollo inmobiliario que se llevarían a cabo en los barrios de
los miserables, que quedarían vacíos. El gasto en alimento tampoco
sería considerable, pues comerían porquerías.
Los sobrevivientes, aquellos que
pudieron demostrar su fortaleza, deberán reinsertarse en la sociedad
sin ayuda alguna. Podrán triunfar entre los más débiles del
sistema, pero luego tendrán que hacerlo entre los fuertes. Incluso
perderán sus propiedades, si es que las tienen, que para su regreso
serán modernos shoppings, o hermosos edificios, o verdes parques.
Por lo tanto, hay una buena posibilidad de que estos infelices se
tiren por un puente. Para ese caso, el consejo es que el Estado trate
de ubicarlos cerca del puente de Brooklin, por ejemplo, para que les
gane la tentación.
El
resto de los pilares, que serán publicados prontamente, representan
un esfuerzo por depurar una sociedad “gorda, vaga y
vividora”, según reza el
documento.
“Bebés:
para vivir en nuestro mundo deberán pelear por una teta”; “Test
de cooper para los viejos que merezcan vivir”; e “Ideas prácticas
para depurar la niñez”.
1 comentario:
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