El mundo de la impostura puede funcionar perfectamente. Ya lo dijo Alejandro Dolina, quizá todos nosotros somos meros impostores de quienes creemos ser, pero en realidad somos otros. Haciendo un pequeño ejercicio de deducción, un sistema impostado caería en crisis cuando se descubre una verdad.
Imaginamos a los líderes de la impostura intentando cubrir la verdad, que todos somos impostores, mediante informes periodísticos, estadísticas de consultoras, discursos políticos, especialistas reputados. Toda una campaña para mantenernos en nuestro lugar de impostores sin pretender ser nosotros, sino aquellos a quienes reemplazamos, y que a su vez reemplazan a otros, y así sucesivamente.
La mencionada crisis podrá destruir o no el sistema de imposturas, sería arriesgado admitirlo. Sin embargo, de algo estoy seguro, durante el tiempo en que se desarrolle el conflicto se escucharán –o leerán- muy divertidas explicaciones y conjeturas para defender la impostura como medio de vida.
Si bien el mundo entero no es una impostura, admitamos que existen, y muchas, actitudes impostadas. El mundo es un teatro y nosotros actuamos en él (teoría de las máscaras, no lo inventé yo, lo juro). En ese escenario, algunos hacen lo que pueden, y otros merecen definitivamente el Oscar.
Tal es el caso de Roy Ashburn, un reputado senador estadounidense. Ashburn ocupa un escaño por el Estado de California y pertenece al Partido Republicano. Divorciado y padre de cuatro hijos, el legislador representó por 14 años lo más conservador del Partido Republicano, y se destacó por su resistencia a las leyes que otorgaban igualdad de derechos a los homosexuales. El año pasado, por citar un ejemplo, Ashburn se opuso a un proyecto de ley para establecer un día de reconocimiento para honrar al asesinado activista por los derechos de los homosexuales Harvey Milk.
El serio y radiante senador conservador construyó una carrera que, en una detención por conducir en ebriedad, encontró la pared que significó el principio del fin. O el principio del principio, quién sabe. Más allá de las conjeturas de ocasión, Ashburn, el hombre que se opuso al matrimonio entre homosexuales y a cualquier ley que apuntara a la igualdad de derechos, admitió ser gay. Mientras estaba de licencia por su detención, el legislador concedió una entrevista a la radio californiana KERN, en la cual admitió su orientación sexual. Explicó que su postura antigay y el hecho de que le gustaran los tipos le creó un “conflicto interno”, pero justificó su accionar porque “me debía a mis electores”, quienes evidentemente son unos homofóbicos insoportables.
Adjetivos al margen, lo cierto fue que Ashburn vivió en la impostura y perdió contra la verdad, pardójicamente contada por él mismo.
Quizá no se puede vivir una vida impostada. O quizás Ashburn al fin y al cabo tuvo en algún momento de su vida la valentía de romper con su propio teatro. Quizá, de una forma u otra, todos actuamos en este escenario y nuestra gran meta es ser los impostores menos contradictorios y más genuinos posible.
1 comentario:
hola cara de poio, cómo va todo, colo?
te comento que mi blog ha sido nominado a mejor blog en español por los premios The Bobs de la cadena alemana D. Welle.
Todo un honor
Un abrazo
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