miércoles, 3 de diciembre de 2008

Confidente

Starbucks Café diagramó una ingeniosa antesala para burlar la ley que impide fumar en espacios cerrados. La antesala, visiblemente más ancha que larga, está rodeada por ventanales sobre los cuales reposa un inmenso toldo verde, cuyo fin consiste en proteger a los fumadores de las inclemencias del tiempo.
En la primera mesa, junto a la puerta de ingreso, dos mujeres comparten una charla a pura agua mineral y jugo de naranja.
La joven de cabello negro levemente rizado y campera de jean, habla y gesticula mientras su amiga la escucha atentamente. No me hace falta conocerlas para adivinar que son amigas cercanas. Seguramente, la morocha citó a su compañera para desahogarse sobre algún tema que anula su alma. Evidentemente algo le ha sucedido y necesita contarlo a su confidente, quién sino su mejor amiga.
La otra joven, de ojos pequeños y comprensivos, escucha atentamente y, cada tanto, expresa alguna consideración a modo de consejo.
Siempre odié los consejos, pero en estos casos son inevitables. La tragedia del amigo-oyente consiste en que su confesor haga caso a sus consejos y que el problema no sea resuelto.

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