martes, 4 de noviembre de 2008

¡Qué te pasó Bernardo!

El canciller francés Bernard Kouchner publicó una biografía en la que admite haber querido golpear, literalmente, al líder cubano Fidel Castro. Kouchner confesó que tuvo "ganas de romper la cara" de Castro hace 44 años, porque el cubano quería a la mujer con la que él terminó casándose. La revelación surgió de una biografía sobre el diplomático y fundador de Médicos sin Fronteras realizada por Michel Antoine Burnier.
Burnier cuenta que en 1964 el actual canciller vio mal la relación entre su futura esposa, Evelyne Pisier, y Fidel en un viaje a Cuba en julio de 1964. "Una noche, una decena de franceses fueron a divertirse a una discoteca", escribe el autor de su biografía. "Bernard y Evelyne bailaban una canción lenta. Ella guardó sus sentimientos del primer día, él estaba emocionado. Bruscamente, las luces se apagaron. Castro entró con su escolta. Estaba furioso al ver a Evelyne en los brazos de Bernard. (...) Al final, Castro partió con Evelyne, como una forma de marcar su poder".
Antes semejante avasallamiento, cualquier habría querido bajarle los dientes al entonces presidente de Cuba. Sin embargo, el dato más llamativo no guarda relación con la anécdota en sí misma, sino con las palabras del propio Kourchner sobre el tema. “Para mi generación, en 1964, Cuba era un modelo socialista aceptable. Yo tenía 25 años y Fidel Castro era un héroe absoluto", cuenta el jefe de la diplomacia francesa, añadiendo que "eso no era razón para que yo no tuviera ganas de romper la cara a un rival".
Lo llamativo de esta furiosa proclama se refiere puntualmente a la presunta admiración de Kourchner sobre el sistema cubano. Es decir, hace 44 años, el actual canciller del ultraderechista Nicolas Sarkozy, el tipo que amenazó a Irán con ir a la guerra, el mismo que avala las políticas agresivas contra los inmigrantes, admiraba a un gobierno de izquierda. Pero eso no es todo, casi 20 años después fundó Médicos sin Fronteras con una inocente premisa: llevar la salud occidental a los lugares más desprotegidos. Cuestión de dialéctica o de principios, hoy pretende llevar las armas occidentales a enemigos ficticios.
El mundo cambia. Y la gente, también.

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