viernes, 28 de agosto de 2015

Hombre superior (mexicano inferior)

Denzel Washington es un atribulado pero brillante matón profesional (léase, milico/agente de la CIA), que dejó su trabajo por un trauma no del todo rebelado.
Hombre en Llamas sí nos muestra el sufrimiento del tipo, que juega a pegarse un tiro que nunca sale en noches de llanto y alcohol.

El caso es que el tipo está en Ciudad de México para visitar a su amigo y mentor, Christopher Walken, quien le sugiere entrar al negocio de los guardaespaldas.
Man on fireposter.jpgDespués de dudarlo, acepta cuidar a Dakota Fanning, una blonda hija de una blonda madre y un trigueño padre que tuvo la suerte de salir a la blonda madre. Sino, como veremos más adelante, seguro que sería diabólica.
La millonaria familia de las blondas y el trigueño confía en el exmatón legal (ojo, legal no es lícito) porque los anduvieron amenazando de un secuestro y no se puede confiar en un mexicano, mejor comprar importado.
La película sigue, a la nena la secuestran y Denzel desata una venganza despiadada e impresionante, poniendo patas para arriba al DF, y termina con una hermosa escena, con un temazo, en la que, de alguna manera, la bala que no quería salir al principio, termina saliendo, pero para salvar a la nena.
Hasta ahí, una película divertida, de esas que volvés a ver cuando estás al pedo frente a la tele, que termina con un apasionado agradecimiento a la hospitalidad de la Ciudad de México.

La parte de atrás
El argumento, como se ve, no es muy intrincado. Al contrario, es más bien transparente: hay algunos que son muy muy muy buenos, y otros que son muy muy muy malos.
Lo interesante del caso es cómo se dividieron las bondades y las maldades.
Walken, Denzel, la blonda hija y la blonda madre, son todos buenos y estadounidenses. Una periodista mexicana (interpretada por la neoyorquina Rachel Ticotin) y un policía, el actor italiano, Giancarlo Giannini, son los buenos locales, interpretados por no locales.
Los malos: el mexicano padre de la blonda nena y esposo de la blonda madre; todos los policías de México, menos el italiano; el jefe de los malos, que es secuestrador y narcotraficante, y toda su familia, acá cuento incluso a la esposa del tipo, embarazada y todo. Y, por último, un excéntrico abogado estadounidense, acaso la excepción que confirma la regla.
Las cuentas son evidentes: los únicos mexicanos buenos son interpretados por una neoyorquina y un italiano. Todos los demás, sin excepciones, son una lacra. Y no sólo una lacra, sino que además son unos inútiles, porque Denzel los pasa a degüello a todos.
Y el DF, es una cagada, en donde una nena millonaria no puede ir a sus clases de piano en paz sin que un grupo de desadaptados la secuestre y reviente a tiros a todo el mundo. Donde los policías sacrifican la vida de niños para quedarse con parte del dinero del rescate. Donde en las discotecas la gente festeja cuando hay tiros y baila al frente de las explosiones. Donde las minas pobres y embarazadas esconden millones de dólares en tachos de lata.
Para Hombre en Llamas, el DF es una tierra de corruptos y pusilánimes, donde no hay un guardaespaldas como la gente, y en donde los delincuentes más avezados y las hermandades todopoderosas ocultas detrás de los uniformes policiales no pueden contra un artista de la muerte.
El mensaje del final, entonces, ese sentido agradecimiento a la hospitalidad latina, transforma el drama en una comedia, o una película de acción en el orgasmo de Donald Trump. 

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