Brasil golpeó la mesa con el puño, Francia gritó guasadas, los
sudamericanos ya se largaron a crear sus propios servidores, y Barack
Obama anda corriendo de un lado para el otro pidiendo disculpas con
una sonrisa ancha y toda su capacidad seductora en on.
Todos hicieron algo con respecto al espionaje de la NSA a medio
mundo, revelada por el ruso Snowden. Como casi todo el Internet de
nuestro planeta se aloja en servidores estadounidenses, no les costó
mucho hacerlo. Pero se supo, y cuando se supo, Estados Unidos, que ya
está debilitado, no como un gigante en desgracia pero sí como uno
al que le duele mucho la cabeza, debió acudir a la sonrisa de Obama
para tratar de salir de un aprieto que todavía lo acosa y que se
suma a la crisis del presupuesto, puertas adentro.
No resulta complicado imaginar a Obama sentado en un sillón,
mirando la tele, fumando un pucho a escondidas y pensando, “¿por
qué no son todos como México?”.
Es que los documentos revelados
por Snowden decían que la NSA intervino el correo electrónico del
ex presidente Felipe Calderón, y del candidato Enrique Peña Nieto,
cuando todavía era candidato a la presidencia.
Cabe recordar que Calderón y
Peña Nieto son fuertes aliados estadounidenses, ¡lo que habrá
pasado con Andrés López Obrador!
Sin embargo, la idea no es hablar
sobre supuestos, todo lo contrario. Lo interesante en este caso es
que los casos de espionaje, gravísimos, violadores de toda
soberanía, merecieron una tímida nota de la cancillería mexicana,
afirmando que el gobierno del espiado Peña Nieto pedirá una
explicación a la Casa Blanca.
Eso fue todo.
Por eso no resulta tan difícil
imaginar a Obama pidiendo al cielo que todos sean como el gobierno
mexicano.
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