Otra vez, la realidad es distorsionada
en un medio por una posición ideológica o de interés económico.
Lo dicho en otra oportunidad: la realidad tiene varias aristas y
enfoques; no hay una sola realidad. Sin embargo, no es lo mismo tener
distintas visiones que distorsionar la realidad.
El diario peruano El Comercio (símil a
La Nación en la Argentina) publicó una nota con el siguiente
título: “El BID reveló que laptops no han mejorado aprendizajeen niños”. Además de comerse los artículos, el título tiene por objeto criticar
la entrega gratuita de notebooks que realizó el gobierno peruano
desde 2008, en la era Alan García. En la bajada, el diario advierte:
“el ministerio de educación replanteará programa en el que se
invirtieron US$ 180 millones”.
Pero
apenas en el primer párrafo, la nota contradice flagrantemente al
título y la bajada. Lo que demuestra que, o bien el periodista es un
animal titulando, o los editores meten mano sin asco para defender
los intereses del diario, como en la Argentina.
“Las 850 mil laptops que
distribuyó el Gobierno a partir del 2008 entre niños de las zonas
rurales del país no han mejorado hasta ahora su rendimiento en
matemáticas y lenguaje. Sin embargo, sí sirvieron para
que mejoraran sus habilidades cognitivas, que podrían potenciar –en
el futuro– esas capacidades de aprendizaje y su destreza laboral”.
Si se lee con atención este párrafo, el primero, se entenderá que
el estudio del BID jamás dijo que el aprendizaje de los niños no
haya mejorado por la entrega de laptops. El estudio especifica que si
bien no hubo mejoras en “el rendimiento en matemáticas y
lenguaje”, sí hubo desarrollo en “las habilidades cognitivas”
de los chicos, lo que a la larga podría significar un importante
avance para ellos.
Pero
lo más curioso de todo es que la misma nota, después de tres
párrafos en los que prácticamente no desliza críticas, tiene un
subtítulo que dice, en mayúsculas: “VALIOSAS MEJORAS”.
Lo que confirma que al periodista que escribió la nota le metieron
un dedo gigante en el título.
La
bajada (“el ministerio de educación replanteará
programa en el que se invirtieron US$ 180 millones”) cobra
una mayor dimensión después del título crítico. Da a
entender que el ministerio de educación va a cambiar las bases del programa
de entrega de notebooks para salvarlo del fracaso. Sin embargo, en la
nota una funcionaria de esa cartera no menciona esa posibilidad. Sí
anunció nuevas medidas para “comprometer” más a los docentes,
para que promuevan la utilización de las computadoras. Pero en
ningún momento menciona un “replanteo”, que alude a la necesidad
de modificar los basamentos de un programa.
La
práctica de malinformar no es exclusiva propiedad argentina. Y no
hablo de errores, sino de mala leche. Porque no puede ser que los
errores siempre tengan la misma dirección ideológica. Es como el
quiosquero que se confunde seguido con el vuelto, aunque siempre se
queda con plata de más. No se confunde un cuerno.
Tampoco
es propiedad argentina la práctica de meter dedos en los títulos y
las bajadas. Aunque no hubo declaraciones del periodista Alvaro
Gastañaduí Ramírez, si se analiza la construcción de la nota, el
modo en que ordenó la información y qué adjetivos utilizó para
calificar los datos que tenía a mano resulta llamativo que pueda
haber titulado de esa forma.
Pero
lo peor es que es el pobre Gastañaduí Ramírez el que queda como el
culo, pues ahí está su nombre. El responsable de ese dedazo, por el
contrario, saldrá impune.
Los
medios son poderosos y dictan las normas. Si el periodista no acepta
ese juego, sabe dónde está la puerta, y será reemplazado
rápidamente por otro más obediente. Y que busque trabajo, que no lo
va a encontrar. Eso pensamos todos cuando trabajamos para un medio. Ahora
bien, ¿acaso no hay más espacio para la rebeldía?
1 comentario:
Un fiel reflejo de que el verdadero problema de la libertad de expresion esta planteado en toda Lationamerica. Todos defendiendo sus propios intereses.
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