martes, 6 de marzo de 2012

Perfil de mentiroso

La información no es objetiva. No se trata de un dos más dos, como muchos quieren vender, sino de una interpretación. El compromiso con la información, entonces, no es la objetividad, pues es imposible llegar a ella. El verdadero compromiso está con la verdad y la honestidad intelectual. Yo informo como yo creo que es, pero no distorsiono esa información, la interpreto y no oculto esa interpretación, ni la disfrazo de objetividad.

Desde este punto de vista, una noticia no puede ser tildada de falsa porque no es objetiva. Si el periodista que la difunde fue fiel a los datos que proporcionó esa información, será fiel a la información. Por ejemplo: dos medios no van a informar igual sobre el choque entre un automóvil y un camión en la ruta. Pueden no darle la misma importancia, o pueden enfocar la noticia desde dos puntos de vista diferentes. Uno puede hacer hincapié en el dolor de las víctimas, mostrando imágenes del accidente y entrevistando a los involucrados, o a los familiares, en caso de que haya habido muertos. Mientras, el otro puede tratar de responder por qué se produjo el accidente. Puede consultar a las autoridades viales, entrevistar a algún especialista y analizar estadísticas sobre los accidentes en ese sector de la ruta.
De un modo u otro, los dos medios fueron fieles con la información: dos vehículos chocaron en la ruta. Por lo tanto, ninguno de los dos mintió a su audiencia. Que como espectadores/lectores/oyentes nos guste más uno u otro enfoque, es harina de otro costal. Pero, en rigor de verdad, no han mentido. Ahora, si viene un medio y dice que fueron cuatro los vehículos involucrados en el accidente, entonces estaría mintiendo.
Dicho esto, a modo de extensa introducción, lo del diario Perfil se ubica en un limbo lingüístico. Clasificar de “mentira” a la información que voy a comentar, generaría incomodidad entre los mentirosos, quienes me putearían porque no se merecen ese trato. Y tendrían razón.
Una nota publicada hoy en la web dice en el título: “Bajó diez puntos la imagen de Cristina”. En la bajada, reza: “Así lo asegura una encuesta reciente. La tragedia de TBA, cuestionamiento a funcionarios y quita de subsidios, las principales razones”. En el cuerpo de la nota, el primer párrafo ratifica lo asegurado por el título y la bajada, y añade el nombre del consultor: Enrique Zuleta Puceiro.
Pero un párrafo más abajo, la nota revela, primero, que Zuleta Puceiro habló con El Cronista TV, y no con Perfil. Y segundo, que no hay ningún estudio que diga que Cristina ha perdido diez puntos. El analista dijo que la quita de subsidios le costó a la presidenta un cinco por ciento de imagen entre diciembre y febrero. “Tenía 52%” y “bajó a un 46%” (no sé quién es el pelotudo, si el consultor el el periodista. Perdió seis, no cinco puntos).
Luego, el diario evita seguir utilizando las comillas, que aluden a una cita directa, sino que opta por explicar las palabras del consultor. Y dice que dijo que tras los últimos acontecimientos la presidenta tuvo otro descenso de cinco puntos.
Después vuelve a usar las comillas, y la clava al ángulo. Zuleta Puceiro dice: “puede ser que haya perdido 10 puntos” durante el verano.
El lector, aquel que se animó a leer hasta el segundo párrafo porque la nota está horriblemente escrita, se pregunta con razón: ¿puede ser?, ¡si en el título dice que perdió diez puntos!, y sigue preguntando: ¿y el estudio que dice que perdió diez puntos, en donde mierda está?
Nadie lo sabe, Perfil tampoco.   

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