viernes, 14 de abril de 2017

Sandía y Vino Tinto


    El mozo subía a declarar lentamente, arrastrando los pies, como tratando de demorar su turno. Tenía los ojos bien abiertos, las cejas algo arqueadas y evitaba fijar la mirada, que iba del juez a su abogado, de su abogado al juez, del juez a la familia de la víctima, de la familia de la víctima a su abogado.