Modificar las causas o consecuencias de
un hecho para evadir los golpes o adecuar un discurso político a una
realidad inventada son distorsiones. Negar, por ejemplo, la gravedad
del caso López para evitar la autocrítica kirchnerista, es una
distorsión. Aferrarse al Caso López para escribir la lápida de una
fuerza que gobernó doce años, mientras otra fuerza utiliza la
distracción para avanzar en transformaciones cuestionables, también
es una distorsión.