Amenazas solapadas, mensajes
apocalípticos, augurios oscuros y hasta una comparación con Hitler.
Alexis Tsipras y Syriza han tenido que soportar una verdadera
avalancha mediática de agresiones y aberraciones dirigidas a
empantanar el camino, a ensuciar la cancha; una campaña destinada a
evitar que Grecia se recupere por caminos no ortodoxos (o no
neoconservadores).