Las leyes de demanda y oferta son el corazón de la economía, dos
normas basales para empezar a entender una ciencia bastante compleja
e inexacta. En el último post se explicaba no sólo su importancia,
sino la cínica utilización que hacen de ellas los dueños de las
economías, situando a ambas leyes a la altura de leyes de la
naturaleza humana, como comer, ir al baño, dormir o ver un partido
de fútbol echado en un sillón con una mano rascando las pelotas.