En la vida hay detalles menospreciados por el gran público, pero que guardan una importancia esencial para el funcionamiento de la humanidad. Ignorantes aquellos que no prestan atención a los detalles y se convencen de salvar la Tierra con pociones mágicas cuando el bienestar está allí, a la vuelta de la esquina, sobre la mesa de un bar, con burbujas transparentes dentro de un líquido incoloro.
La soda, ahora conocida como agua con gas, es un complemento esencial del café, aunque en buena parte del mundo no quieran entenderlo. Hay algo en sus burbujas que generan el contraste esencial tras una buena taza de café negro.
En Córdoba, y apenas otros lugares, los sabios que se ocultan detrás de las barras entregan soda para acompañar al café. Muchos optan por el agua fría, o natural, y otros ni siquiera dejan un vasito que haga de pareja de la taza. Algunos lo hacen por ignorancia, otros por desidia (es más barata el agua de la canilla que 100 centímetros cúbicos de soda por cada café que venden, al que por cierto le sacan un mil por ciento) y otros por ignorancia dietética.
Porque la soda, señores, es una de las bebidas más castigadas de esta humanidad cruel. Su burbujeante aspecto la asocia a bebidas como las gaseosas, hermanadas a su vez a la gordura. Lo que estos ignorantes no saben es que el problema de las gaseosas no es la burbuja, sino el azúcar.
Entonces se ven a millones de pelotudos que toman una bebida que tiene la misma cantidad de azúcar que una gaseosa, pero no contiene gas y se vende como liviana.
La soda es agua con gas, y punto. No engorda. A lo sumo generará algunos peditos inocentes, pero ¿qué son unos peditos inodoros?, el precio del placer de tomar soda.
Sin embargo, ni siquiera en los bares en los que sirven soda se cumple con el objetivo de contraste con el café. Estos tipos la suelen esconder detrás de la barra, como si un botellón de soda diese vergüenza, pobrecita, y destapada. El resultado es una soda natural, sino caliente, y sin una burbuja, porque las burbujas se agrandan contra el frío, y se achican contra el calor, además de que son escapistas, y si ven un huequito se las toman hasta llegar al cielo. Entonces una buena soda debe estar siempre helada y herméticamente cerrada, si no es agua con un saborcito amargo espantoso.
Aquellos que no la han probado, va el consejo: siéntense en un bar, pidan un café y una soda (o agua con gas, o como cuernos le digan) bien helada. Tomen el café, como lo hacen siempre, y después beban un par de sorbos de la poción, y verán cómo los invade una sensación de placer inexplicable. Y la boca queda limpita, sin el sabor del residuo del café. Hasta pueden chapar a alguien que ni se dará cuenta que han tomado una infusión.
3 comentarios:
Jajaja sabias palabras
jeje... las dos son grandes verdades,,, la soda cumple una suerte de enjuague bucal finoli( mas presentable que hacer gargaras) y los amantes del cafe la toman antes, sobre todo si estamos ante un cafe de calidad,(no todo tipo detras de la barra es un sabio :P ) para poder disfrutarlo, pero despues tambien podes tomar un sorbo para aclarar los sabores ( los buenos cafes suelen tener sabores muy, muy fuertes)
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