jueves, 28 de agosto de 2008

Prisionero del Cáucaso

La realidad ofrece paradojas inconcebibles. Siempre lo hizo, sólo que ahora, tecnología mediante, la fortaleza del archivo manda al frente hasta al más pintado. Todo, absolutamente todo en la vida pública está archivado de una forma u otra. Creo que, por tal motivo, el mundo en realidad está dominado por los bibliotecólogos, quienes seguramente, en secreto, se regocijan en las mieles de su triunfo.

Pero lo que aquí me trae no es una discusión filosófica sobre el poder de la biblioteca –virtual- sino más bien sus bondades. Porque gracias a ella, con sólo enviar una pequeña orden uno puede desentrañar las conspiraciones más siniestras o las estupideces más creíbles.

En 2003, cuando la exitosa invasión a Irak ya era un hecho consumado, los cráneos de Washington se desvelaban por hallar un argumento válido –pero no sincero- que les permitiese justificar el saqueo del petróleo. Y lo hallaron en la democracia. Saddam era un dictador joputa y Estados Unidos, con sus barras y sus estrellas, llevaba la democracia en pinta a esos árabes brutos. Brutísimos. George W. Bush, el presidente, había cambiado el discurso sobre los peligros de las armas de destrucción masiva iraquíes por la exportación de un modelo democrático, justo y hasta meritocrático, en palabras de Thomas Friedman. Cinco años y un millón de civiles muertos después, la oratoria democrática aún halla sustento en el ala facha norteamericana. Un ala bastante grande por cierto.

Hace unos 15 días, el gobierno prooccidental de Georgia, convencido de que el apoyo de Estados Unidos era absoluto, atacó a sus dos regiones separatistas prorrusas: Osetia del Sur y Abjasia. ¡Pobres ingenuos! La reacción de los rusos, que son más malos que el colesterol malo, fue devastadora: en cinco días de guerra destrozaron la humilde ambición imperialista de los georgianos. Y no contentos con eso, avanzaron hacia Tbilisi (¡no Tiflis!) y Gori. Casi nada.

Desde Occidente, que a los rusos les tienen un miedo bárbaro, lanzaron una ofensiva diplomática para parar la bronca, pero Moscú ya había cumplido con su cometido al azuzar los deseos independentistas de osetios y abjasios. Punto para Rusia.

Mientras tanto, el vaquero texano continuaba con su defensa de la democracia: "el mundo ha observado con gran preocupación cómo Rusia ha invadido un Estado vecino soberano y amenazado un gobierno democráticamente elegido", una acción que es "completamente inaceptable para naciones libres". En palabras del propio Jorgito, invadir Irak es una acción democrática, aunque los iraquíes jamás les pidieron semejante acción filantrópica, pero defenderse de los georgianos es un acto antidemocrático.

Una perla más en el particular diccionario de los halcones de la Casa Blanca.

viernes, 8 de agosto de 2008

Inodoro trasero

El prestigioso profesor de geografía John Hardsword desarrolló una teoría infalible para analizar los problemas geopolíticos mundiales. En base a su genialidad, Hardsword logró nada menos que la sistematización del análisis político mediante un sencillo esquema: humanizar la estructura geográfica de un país.
Su mejor trabajo fue el de Estados Unidos y su conflictiva relación con América latina. Cansado de las verdades lanzadas por los abogados del país del norte en la empobrecida región, quienes disfrazados de analistas, economistas, políticos, consultores o periodistas defienden con sangre los conceptos emanados desde la parte de arriba del mapa, Hardsword dedicó su análisis en la morfología estadounidense y en su situación geométrica con latinoamérica, de acuerdo al mapa que todos conocemos; con el norte arriba y el sur abajo.
“Si Estados Unidos fuese una persona –explicaba el profesor en su clase de barrio Yapeyú- estaría sentada con la mirada perdida en el este. Los estados de Maine y Nueva York representarían un abultado jopo y Pennsylvania sus ojos. Sería una especie de Pacman con sus piernitas, muy cortitas, en Florida. El trasero es Texas y esa puntita que puede observarse salir del estado otrora mexicano, es un flor de sorete”, afirmaba.
“Debajo suyo sufre México y, como en cadena, el resto de los países latinoamericanos. Si, decíamos, Estados Unidos es una especie de Pacman con las patitas colgando, América latina pues entonces es el inodoro, y la puntita de Texas la caca”.
Según Hardsword, si atendemos esta extraña metáfora entenderemos que Estados Unidos jamás le dio importancia a su patio trasero –tal como le dicen a latinoamérica-, sino que su mira estuvo puesta hacia el Este. Europa, Rusia, Corea, Japón, China y Medio Oriente. África está demasiado debajo de la línea imaginaria que trazaría la mirada norteamericana. Y Canadá, demasiado arriba.
“América latina, entonces, está lejos de ser un patio trasero, sino más bien representa un inodoro. Recibe los desechos estadounidenses y cuando no se comporta como desea, es decir, cuando pretende no recibir la caca, pues la destapa a pura sopapa nomás”, solía cerrar el profesor.
Perfecta metáfora la de Hardsword. Tan perfecta como triste.